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Thursday, August 22, 2013

... Por el mundo, 10 razones para hacerlo (Parte 1)


1. Adquirir una visión mas amplia y variada de la vida. 



El país en el que creces es la mayor influencia que tienes en la vida, determina muchos comportamientos y practicas sociales que te determinan como persona. Cuando viajas a diferentes culturas y te das cuenta que eso que tu entendías como tu guía de vida hace parte de un panorama mucho mas grande. En ese momento empiezas a entender a los demás y a respetar sus decisiones de vida. 


2. Descubrir de lo que eres capaz y hasta donde puedes llegar. 



Viajar es enfrentarte a ti mismo a situaciones fuera de tu zona de confort. Estas todo el tiempo a prueba, desde tu tolerancia a la comida hasta el contacto con personas absolutamente diferentes a ti. El éxito del viaje está encontrar tus limites y disfrutar tus fortalezas.


3. Crear una gran red de amigos. 



Cuando viajas tu mente esta abierta a un montón de experiencias nuevas y terminas haciendo cosas que jamás hubieras imaginado o que jamás harías en tu país de origen, como : hablar con extraños, salir de fiesta con gente que apenas conoces o compartir habitación con gente a la que ni siquiera le hablas. Este estado de tu mente y las situaciones al limite a las que te ves enfrentad@ a diario hacen que gente que recién conoces se conviertan en amigos para toda la vida. Creo que esta es la mejor de las razones para viajar. 


4. Aprender nuevas costumbres. 



"A donde fueres has lo que vieres" es una frase que repetía mi abuela cuando era niña; ahora entiendo su significado y sobre todo su poder. Cuando viajas a un país y actúas como la gente de ese país eres recibido con afecto instantáneamente y eres capaz de entender la cultura desde sus propios habitantes. Empiezas a ver el lugar con ojos de local y es ahí donde nacen las mejores experiencias. 


5. Darte cuenta de lo realmente importante, cuales son tus prioridades y de que cosas puedes prescindir. 



Acostumbramos a cargar un equipaje gigante, echamos en la maleta todo lo que nos parece que podemos necesitar en alguna ocasión hipotética: un chaleco salvavidas por si se hunde el barco en el que no vamos a navegar. Esto no solo ocurre con nuestras maletas, ocurre con nuestro equipaje de vida. Guardamos tantos recuerdos, tantos apegos a lo que no fue pero pudo ser, tantos amigos poco sinceros, tantas convenciones sociales, que terminamos agobiados por el peso de nuestra vida. Viajando aprendes a empacar ligero, a conservar todo lo que es realmente importante, a priorizar todo lo que cargamos, no se vale nada que no necesitemos realmente. Aprendemos a valorar lo que amamos y a prescindir de todo lo que nos pesa en el corazón.  

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